lunes, 10 de diciembre de 2012

Viaje a Jerez, Cádiz y Pueblos Blancos (Diciembre 2012)


Miércoles 5 Diciembre:

Quedamos a las 7:15 de la mañana en los comedores universitarios de Granada. Fuimos llegando puntualmente todos los compañeros al autobús de STG (Servicios Turísticos de Granada) donde Daniel (el chofer) ya tenía todo preparado. Chelo y Diego llegaron un poco más tarde, pero partimos a muy buena hora. Antes de llegar a Jerez paramos en la costa de Cádiz a ver las ruinas de Baelo Claudia. Oliva, la guía, se sabía profunda y profusamente la historia del enclave, poblado desde antiguo por fenicios y romanos. Era una pequeña ciudad con su propio acuñe de moneda, salazones y templos de culto, termas y juzgados. En verano solían llegar trabajadores foráneos del norte de África y con ellos trajeron el culto a la diosa Istar (que no es propiamente Romana). El ritual marinero de pasear a la virgen del Carmen por el litoral, arranca de estas épocas tan antiguas, ya que con Istar hacían los mismo. Había una estatua de Trajano, padre de Adriano, y tres acueductos que traían el agua desde las sierras limítrofes (uno central y sendos para el este y el oeste de la ciudad). Sus cementerios estaban extramuros de la muralla a ambos lados de la calle principal donde la gente de más rango social quedaba más próxima a la puerta de la ciudad. Con la decadencia Romana empezaron a producirse necrópolis bien en la base de la propia muralla, bien más a la derecha e izquierda o más alejadas de la calle mayor, esto era debido a la pérdida de vigencia de las leyes. Comimos con unas preciosas vistas de la ensenada de Bolonia, una duna al fondo y el viento poniente de un magnífico día dándonos alegría. Algunos fuimos a los bares otros consumimos bocatas... y un cafelito para partir a Vejer de la frontera.

En Vejer nos encontramos un precioso pueblo encima de un tajo, a muy pocos kilómetros de la playa, el aire atlántico se hacía sentir y ya las nubes empezaban a avisarnos que en Jerez tendríamos lluvia. Pudimos contemplar la puesta de sol desde un mirador, visitamos la plaza del ayuntamiento con sus ranitas y la iglesia y el clima seguía siendo formidable. Algunos compañeros tomaron café y degustaron los “camiones”, una especie de milhojas que en Vejer es típica, en resumen, un pueblo precioso de aires litorales con una luz y una alegría poco común. Quedamos con nuestro extraordinario Dani para coger el bus y llegamos a Jerez y su albergue intur-joven a la hora prevista.

En Jerez ya era de noche, pero tras las lomas de Jerez se vislumbraba una ciudad sobria y castiza, bodegas nos acompañaban por la carretera y ya en el albergue cenamos (bufé libre en inmejorables instalaciones) y unos cuantos aventureros nos fuimos a conocer la ciudad y presenciar una típica Zambombá Jerezana. Había un circulo de sillas que poco a poco fueron ocupando los artistas, botellas de anís para hacerlas sonar, panderetas, y un cántaro con una alpargata sonaba como un zumbido, y presidiendo el círculo una gigantesca zambomba. Cantaron villancicos muy alegres, nos pedían palmas y cantar al compás, la gente tomaba fino y vino Jerezano, embutidos, papas aliñas, etcétera. Y todo muy económico para el beneficio de la hermandad rociera que cantaba y para un sorteo. Lo pasamos muy bien y ya cansados partimos al albergue.

Jueves 6 Diciembre

Desayunamos a las 8:30. Tostadas de tomate, paté, zumo, cruasanes, etcétera, y nos fuimos al Alcázar de Jerez. Desde la muralla se podía divisar toda la ciudad. Había una mezquita y un jardín precioso. El guía nos habló de Nazaríes y Beréberes, siendo estos últimos los responsables de la apariencia menos cargada y mas austera de la estética de la mezquita y el alcázar. Pudimos visitar también un molino de aceite restaurado cuya prensa utilizaba el proceso del “quintal” (“esto pesa un quintal” dice la popular frase hecha popular) y a renglón seguido nos dirigimos a la real escuela ecuestre de Jerez. Fuimos a ver danzar caballos andaluces y vaya que si danzaban. La maestría de la doma ennoblece la raza española, la disciplina es requisito para cualquier logro, y estos caballos son casi “bailarines”. Cabriolas, corvetas, doma clásica, .... todo acompasado con la música en las que en algunos momentos el animal parecía conocer la melodía y seguirla por voluntad propia más que al propio jinete. Todos salimos para comer al albergue a las 14:00 horas y para hacer un breve descanso y seguir nuestro recorrido por la ciudad.


Ya en la tarde nos cogió la lluvia, pero nosotros no nos arrendamos y cogimos un tren turístico por todo el casco histórico. El barrio de Santiago, El barrio flamenco de San Miguel (lugar de nacimiento de la Paquera de Jerez y Lola flores entre otros), la casa consistorial, la glorieta del vino, la glorieta de los caballos, y un largo etcétera nos mostraban el pueblo más grande de Cádiz como la capital del vino, de los caballos y el flamenco. Al día siguiente partiríamos a Cádiz pero volveríamos a hacer noche en el estupendo albergue intur-joven de Jerez. En Jerez hasta el transporte público tenía arte.

Viernes 7
Salimos para Cádiz a las 9:30. El día apuntaba maneras pero se vino abajo la ligera llovizna y el día en la mañana se tornó inconfortable. Subimos a la torre del poniente de la catedral, se divisaba toda Cádiz, la playa de la caleta, el puerto, y todas las azoteitas de la hermosa tacita. La catedral es de piedra ostionera, un tipo de roca sedimentaria de origen marino muy resistente a la humedad y el viento. El poniente soplaba con fuerza y nos caía una lluvia incesante de lado. Nos dirigimos corriendo a “la casa del obispo”, para hacer un recorrido por las diversas culturas sitas en Cádiz desde los fenicios. Había basamentos en la casa del obispo de todas las edades, romanos, árabes y fenicios. Una anécdota fue que la guía tenía catarro y tuvimos que esperarla varias veces para que pudiera continuar con su exposición, la aplaudimos y con la gracia de la gente de “cai” nos decía que habría que pagarle doble y se comió un caramelo. Todo transcurrió muy bien hasta la hora de la comida (nos prepararon en el albergue de Jerez un Picnic de tres bocadillitos) y ya para el café Cádiz y su catedral deslumbraban bajo el sol del atlántico. Nos fuimos de compras, tomamos café y volvimos al albergue. Rosa me cuenta que un gaditano le dijo: “pisha¡ esto pa´Jerez” y hizo un corte de manga. Parece que como siempre entre localidades limítrofes, los Gaditanos y los Jerezanos se las traen amigablemente. Esperando al próximo día cenamos ya en Jerez  ya curiosos por conocer otros pueblos blancos.

Sábado 8

Partimos a las 9:30 hacia Arcos de la Frontera. Nos despedimos muy satisfechos de las instalaciones jerezanas y a eso de las 10:00 llegábamos a Arcos. El pueblo es impresionantemente bonito, como todos por estas sierras de Cádiz. Sobre un tajo, el pueblo se divide en tres barrios, andamos casi todo el casco histórico, la iglesia, y los miradores hacia el río Guadalete, nos hicimos fotos y tomamos café. Si Vejer era bonito y casi marítimo Arcos es formidable y casi serrano. Al medio día partimos ya para la sierra de Cádiz a tomar nuestra habitación en el Bosque.

Aquí hubo un par de cambios en el itinerario trazado tan correcta y diestramente por nuestra querida María. El mal tiempo había embarrado la ruta prevista asía que en vez de senderismo, compramos quesos en el bosque y nos fuimos a Ubrique. Este pueblo está en el centro de la serranía, cursado en su centro por el río del mismo nombre y rodeado de montañas. Debe amanecer tarde y ponerse el sol prontito pero el enclave es tremendamente hermoso. Todo blanco en el centro como una mancha de luz serrana en medio de los pinos. Paseamos por la calle principal del pueblo, tomamos algo, hicimos algunas compras y comprobamos la prosperidad de estas tierras y sus innumerables comercios del cuero. Si Arcos era bonito y humilde, Ubrique era pintoresco y serrano.

Regresamos al bosque para cenar y dormir.  Las señoras encargadas de la cocina eran muy serias y miraban un poco con celo lo que la gente comía y dio pie a bromas. A los vegetarianos nos trataron muy bien. Terminamos de cenar y al día siguiente nos despedíamos del Bosque. Un compañero se quedó en el paraje del río Majaceite haciendo la ruta marcada y al no venir a la cena todos nos preocupamos un poco, él dio más importancia al medio y al techo que a los horarios. Todos quedamos muy tranquilos cuando llegó a las 23:00. En resumen, pasamos todos un buen día.


Domingo 9

Ya volvemos a granada, y aquí se volvió a cambiar el recorrido. El exceso de curvas y lo intrincado del terreno nos hicieron optar por Grazalema y Ronda en vez de Zahara de la Sierra. Grazalema es otro precioso pueblo. Pinsapos, miradores y un magnífico café nos acompañaron.

Finalmente partimos para Ronda. Vimos el puente, los tajos, comimos y ya nos acompañó el buen tiempo hasta Granada. Ronda tiene un aire típico y unos colores muy vivos, hicimos picnic unos, otros entraron a los restaurantes y finalmente con una parada en Loja para el servicio nos despedimos todos con la sensación de ser un poco más trotamundos. 


Quiero destacar la importancia de estas aventuras para el colectivo. El camino de nuestra recuperación pasa por ser independientes y gestionar inteligentemente nuestro tiempo libre. Gracias María, Gracias Jose Manuel, Gracias a todos por tanta normalidad a pesar de todo y gracias por darme la responsabilidad de este texto. Se despide con cariño Antonio Luque Fernández.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy interesante el blog , pero con su permiso le corrijo en una cosa. La zambomba jerezana es el origen de las zambombas,pero es sin acento.
es.wikipedia.org/wiki/Zambomba
Muchas gracias y un saludo!

SALUD PARA LA MENTE dijo...

En cualquier caso muchas gracias por el comentario... Jerez es realmente castizo y sobrio a la vez, nos encantó la zambomba. No es de extrañar que sea la genuína :) un abrazo.

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