La sexualidad ha sido estigmatizada desde la infancia, la vejez y en otros sectores como: las personas con enfermedad mental y en la discapacidad intelectual. En los mayores se ha creído no solo que no tenían necesidades de esta naturaleza sino que se ha llegado a pensar que su expresión era inadecuada, de mal gusto incluso evidenciar una sintomatología patológica.
Cualquier manifestación sexual es considerada como una conducta improcedente o como una desviación (“viejo verde”).
Sin embargo la necesidad que tiene una persona de interaccionar, mantener relaciones intimas y de tener afecto no termina con el envejecimiento.
Según Mtuez B. y Col “Debido al desconocimiento y a la presión social, numerosas personas de edad avanzada que tienen un intenso deseo sexual, experimentan un sentimiento de culpabilidad y de vergüenza, incluso llegan a creerse anormales; es por eso que los mayores se distancian de su propio cuerpo y al igual que en la infancia, en la vejez, la sociedad impone que la sexualidad debe de ser ignorada”.
En conclusión y para que esto no siga ocurriendo, debemos partir de un cambio en la actitud y disposición con que nos sentamos frente al anciano. Debemos ser conscientes de todos los tópicos que acompañan a la vejez y sacudirnos las falsas creencias que giran en torno a los mayores ya que la capacidad para disfrutar de la afectividad y de la sexualidad, dura toda la vida y si propiciamos las condiciones adecuadas puede ser un elemento que enriquezca positivamente las relaciones de las personas mayores, contribuyendo a proporcionarles una mayor calidad de vida.
Bravo Aurora nos ha encantado, gracias por esta charla, por tu disposición y contribuir a enriquecernos desde el lado más humano
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