Miércoles 5 Diciembre:
Quedamos a las 7:15 de la
mañana en los comedores universitarios de Granada. Fuimos llegando puntualmente
todos los compañeros al autobús de STG (Servicios Turísticos de Granada) donde
Daniel (el chofer) ya tenía todo preparado. Chelo y Diego llegaron un poco más
tarde, pero partimos a muy buena hora. Antes de llegar a Jerez paramos en la
costa de Cádiz a ver las ruinas de Baelo Claudia. Oliva, la guía, se sabía profunda
y profusamente la historia del enclave, poblado desde antiguo por fenicios y
romanos. Era una pequeña ciudad con su propio acuñe de moneda, salazones y
templos de culto, termas y juzgados. En verano solían llegar trabajadores
foráneos del norte de África y con ellos trajeron el culto a la diosa Istar
(que no es propiamente Romana). El ritual marinero de pasear a la virgen del
Carmen por el litoral, arranca de estas épocas tan antiguas, ya que con Istar
hacían los mismo. Había una estatua de Trajano, padre de Adriano, y tres
acueductos que traían el agua desde las sierras limítrofes (uno central y
sendos para el este y el oeste de la ciudad). Sus cementerios estaban
extramuros de la muralla a ambos lados de la calle principal donde la gente de
más rango social quedaba más próxima a la puerta de la ciudad. Con la
decadencia Romana empezaron a producirse necrópolis bien en la base de la
propia muralla, bien más a la derecha e izquierda o más alejadas de la calle
mayor, esto era debido a la pérdida de vigencia de las leyes. Comimos con unas
preciosas vistas de la ensenada de Bolonia, una duna al fondo y el viento
poniente de un magnífico día dándonos alegría. Algunos fuimos a los bares otros
consumimos bocatas... y un cafelito para partir a Vejer de la frontera.
En Vejer nos encontramos un
precioso pueblo encima de un tajo, a muy pocos kilómetros de la playa, el aire
atlántico se hacía sentir y ya las nubes empezaban a avisarnos que en Jerez
tendríamos lluvia. Pudimos contemplar la puesta de sol desde un mirador,
visitamos la plaza del ayuntamiento con sus ranitas y la iglesia y el clima
seguía siendo formidable. Algunos compañeros tomaron café y degustaron los
“camiones”, una especie de milhojas que en Vejer es típica, en resumen, un
pueblo precioso de aires litorales con una luz y una alegría poco común.
Quedamos con nuestro extraordinario Dani para coger el bus y llegamos a Jerez y
su albergue intur-joven a la hora prevista.
En Jerez ya era de noche, pero
tras las lomas de Jerez se vislumbraba una ciudad sobria y castiza, bodegas nos
acompañaban por la carretera y ya en el albergue cenamos (bufé libre en
inmejorables instalaciones) y unos cuantos aventureros nos fuimos a conocer la
ciudad y presenciar una típica Zambombá Jerezana. Había un circulo de sillas que
poco a poco fueron ocupando los artistas, botellas de anís para hacerlas sonar,
panderetas, y un cántaro con una alpargata sonaba como un zumbido, y
presidiendo el círculo una gigantesca zambomba. Cantaron villancicos muy
alegres, nos pedían palmas y cantar al compás, la gente tomaba fino y vino
Jerezano, embutidos, papas aliñas, etcétera. Y todo muy económico para el
beneficio de la hermandad rociera que cantaba y para un sorteo. Lo pasamos muy
bien y ya cansados partimos al albergue.
Jueves 6 Diciembre
Desayunamos a las 8:30. Tostadas
de tomate, paté, zumo, cruasanes, etcétera, y nos fuimos al Alcázar de Jerez.
Desde la muralla se podía divisar toda la ciudad. Había una mezquita y un
jardín precioso. El guía nos habló de Nazaríes y Beréberes, siendo estos
últimos los responsables de la apariencia menos cargada y mas austera de la
estética de la mezquita y el alcázar. Pudimos visitar también un molino de
aceite restaurado cuya prensa utilizaba el proceso del “quintal” (“esto pesa un
quintal” dice la popular frase hecha popular) y a renglón seguido nos dirigimos
a la real escuela ecuestre de Jerez. Fuimos a ver danzar caballos andaluces y
vaya que si danzaban. La maestría de la doma ennoblece la raza española, la
disciplina es requisito para cualquier logro, y estos caballos son casi
“bailarines”. Cabriolas, corvetas, doma clásica, .... todo acompasado con la
música en las que en algunos momentos el animal parecía conocer la melodía y
seguirla por voluntad propia más que al propio jinete. Todos salimos para comer
al albergue a las 14:00 horas y para hacer un breve descanso y seguir nuestro
recorrido por la ciudad.
Ya en la tarde nos cogió la
lluvia, pero nosotros no nos arrendamos y cogimos un tren turístico por todo el
casco histórico. El barrio de Santiago, El barrio flamenco de San Miguel (lugar
de nacimiento de la Paquera de Jerez y Lola flores entre otros), la casa
consistorial, la glorieta del vino, la glorieta de los caballos, y un largo
etcétera nos mostraban el pueblo más grande de Cádiz como la capital del vino,
de los caballos y el flamenco. Al día siguiente partiríamos a Cádiz pero
volveríamos a hacer noche en el estupendo albergue intur-joven de Jerez. En
Jerez hasta el transporte público tenía arte.
Viernes 7
Salimos para Cádiz a las 9:30. El
día apuntaba maneras pero se vino abajo la ligera llovizna y el día en la
mañana se tornó inconfortable. Subimos a la torre del poniente de la catedral,
se divisaba toda Cádiz, la playa de la caleta, el puerto, y todas las azoteitas
de la hermosa tacita. La catedral es de piedra ostionera, un tipo de roca
sedimentaria de origen marino muy resistente a la humedad y el viento. El
poniente soplaba con fuerza y nos caía una lluvia incesante de lado. Nos
dirigimos corriendo a “la casa del obispo”, para hacer un recorrido por las
diversas culturas sitas en Cádiz desde los fenicios. Había basamentos en la
casa del obispo de todas las edades, romanos, árabes y fenicios. Una anécdota
fue que la guía tenía catarro y tuvimos que esperarla varias veces para que
pudiera continuar con su exposición, la aplaudimos y con la gracia de la gente
de “cai” nos decía que habría que pagarle doble y se comió un caramelo. Todo
transcurrió muy bien hasta la hora de la comida (nos prepararon en el albergue
de Jerez un Picnic de tres bocadillitos) y ya para el café Cádiz y su catedral
deslumbraban bajo el sol del atlántico. Nos fuimos de compras, tomamos café y
volvimos al albergue. Rosa me cuenta que un gaditano le dijo: “pisha¡ esto
pa´Jerez” y hizo un corte de manga. Parece que como siempre entre localidades
limítrofes, los Gaditanos y los Jerezanos se las traen amigablemente. Esperando
al próximo día cenamos ya en Jerez ya
curiosos por conocer otros pueblos blancos.
Sábado 8
Partimos a las 9:30 hacia Arcos de
la Frontera. Nos despedimos muy satisfechos de las instalaciones jerezanas y a
eso de las 10:00 llegábamos a Arcos. El pueblo es impresionantemente bonito,
como todos por estas sierras de Cádiz. Sobre un tajo, el pueblo se divide en
tres barrios, andamos casi todo el casco histórico, la iglesia, y los miradores
hacia el río Guadalete, nos hicimos fotos y tomamos café. Si Vejer era bonito y
casi marítimo Arcos es formidable y casi serrano. Al medio día partimos ya para
la sierra de Cádiz a tomar nuestra habitación en el Bosque.
Aquí hubo un par de cambios en el
itinerario trazado tan correcta y diestramente por nuestra querida María. El
mal tiempo había embarrado la ruta prevista asía que en vez de senderismo,
compramos quesos en el bosque y nos fuimos a Ubrique. Este pueblo está en el
centro de la serranía, cursado en su centro por el río del mismo nombre y
rodeado de montañas. Debe amanecer tarde y ponerse el sol prontito pero el
enclave es tremendamente hermoso. Todo blanco en el centro como una mancha de
luz serrana en medio de los pinos. Paseamos por la calle principal del pueblo,
tomamos algo, hicimos algunas compras y comprobamos la prosperidad de estas
tierras y sus innumerables comercios del cuero. Si Arcos era bonito y humilde,
Ubrique era pintoresco y serrano.
Regresamos al bosque para cenar y
dormir. Las señoras encargadas de la
cocina eran muy serias y miraban un poco con celo lo que la gente comía y dio
pie a bromas. A los vegetarianos nos trataron muy bien. Terminamos de cenar y
al día siguiente nos despedíamos del Bosque. Un compañero se quedó en el paraje
del río Majaceite haciendo la ruta marcada y al no venir a la cena todos nos
preocupamos un poco, él dio más importancia al medio y al techo que a los
horarios. Todos quedamos muy tranquilos cuando llegó a las 23:00. En resumen,
pasamos todos un buen día.
Domingo 9
Ya volvemos a granada, y aquí se
volvió a cambiar el recorrido. El exceso de curvas y lo intrincado del terreno
nos hicieron optar por Grazalema y Ronda en vez de Zahara de la Sierra.
Grazalema es otro precioso pueblo. Pinsapos, miradores y un magnífico café nos
acompañaron.
Finalmente partimos para Ronda.
Vimos el puente, los tajos, comimos y ya nos acompañó el buen tiempo hasta
Granada. Ronda tiene un aire típico y unos colores muy vivos, hicimos picnic unos,
otros entraron a los restaurantes y finalmente con una parada en Loja para el
servicio nos despedimos todos con la sensación de ser un poco más trotamundos.
Quiero destacar la importancia de estas aventuras para el
colectivo. El camino de nuestra recuperación pasa por ser independientes y
gestionar inteligentemente nuestro tiempo libre. Gracias María, Gracias Jose
Manuel, Gracias a todos por tanta normalidad a pesar de todo y gracias por
darme la responsabilidad de este texto. Se despide con cariño Antonio Luque
Fernández.
2 comentarios:
Muy interesante el blog , pero con su permiso le corrijo en una cosa. La zambomba jerezana es el origen de las zambombas,pero es sin acento.
es.wikipedia.org/wiki/Zambomba
Muchas gracias y un saludo!
En cualquier caso muchas gracias por el comentario... Jerez es realmente castizo y sobrio a la vez, nos encantó la zambomba. No es de extrañar que sea la genuína :) un abrazo.
Publicar un comentario