Quedamos temprano, a las 7:45 para así aprovechar el frescor de la mañana. A las 8:30 estabamos ya sendero arriba, pasando a traves de las zonas de tierra de labranza, con su tierra de un color rojizo y campos segados hasta la falda de la sierra. Rapidamente, nos situamos al cobijo de la preciosa arboleda de la montaña, un cambio de entorno notable. De la civilización rural nos introducimos en los pinares, más salvajes y sombríos.
Una dura subida, por un sendero muy vertical y deteriorado por el paso de las bestias nos esperaba hasta llegar casi a lo más alto de nuestra excursión. Con gran esfuerzo, todos dimos la talla. Al llegar a la cima tras la consiguiente bajada de adrenalina y después de un pequeño descanso, nos llenamos de moral por haber vencido al tramo más duro de la jornada y por un nuevo camino nos dirigimos rumbo oeste hacia la ermita.
A partir de aquí el camino fué más llevadero, habiendo realizado tan duro calentamiento nos sentíamos con fuerzas para lo que se nos pusiera por delante. Charlando y difrutando de la sierra casi sin darnos cuenta por la bajada en la intensidad del camino, llegamos a nuestro destino.
En una bonita fuente encima de un estanque donde podíamos ver los renacuajos ondear por la superficie y las ranas nadar entre las algas, nos sentamos a tomar un pequeño almuerzo de media mañana. Un par de ardillas muy valientes nos hicieron una pequeña visita. Permanecieron cerca de nosotros unos minutos antes de perderse en la espesura.
Poco después reanudamos la marcha y después de explorar un rato buscando buenas vistas para deleitarnos y echar alguna fotillo, decidimos poner el rumbo de vuelta, esta vez por un camino distinto, que nos llevó hacia el este de las montañas, para despues desviarnos hacia el norte a lo largo de un antiguo muro de piedras que alargandose kilometros, nos acompañó hasta salir del resguardo del bosque.
De nuevo en la campiña, y con el vertiginoso sol del mediodía ahora sobre nuestras cabezas, andamos el último tramo de nuestra ruta cada uno ahora al ritmo que le marcaba su ánimo. Uno a uno fuimos llegando al punto de origen (con pocos minutos de diferencia) donde después de congratularnos por lo duro de la marcha realizada pusimos rumbo a casa. Seguro que esa tarde más de uno de los compañeros se echó una buena siesta (servidor incluído).
Un abrazo a todos y todas.
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