jueves, 2 de mayo de 2013

Visita a la Abadía del Sacromonte, por Josefa Domingo:


            El jueves, 25 de abril, día de San Marcos, SAPAME programó una visita a la Abadía del Sacromonte. Quedamos en Plaza Nueva a las cuatro y cuarto de la tarde, para tomar el autobús un cuarto de hora más tarde para ir a la Abadía, todos los que quisimos ir.

            La subida a la Abadía que hace el autobús parece el recorrido de un laberinto, de los giros que da por las calles del Albaycin y de las del Sacromonte.

            La Abadía está situada al noroeste de Granada, y se accede a ella, bien por el camino del Sacromonte, que se inicia en el Paseo de la Harina, situado en la mitad de la cuesta del  Chapìz, o bien por el camino de San Antonio partiendo de Haza Grande.

            Llegamos a la Abadía, que está enclavada en un paraje maravilloso, y los edificios son grandiosos. Al entrar en la Abadía lo primero que nos encontramos fue el patio. Este es el elemento más destacado del conjunto. Es cuadrado, y los cuatro lados tienen galerías con columnas toscanas sobre los que descansan arcos de medio punto moldurados, y con ménsulas en la clave. En los espacios que hay entre los arcos aparecen tondos con el escudo del obispo fundador de la Abadía, Pedro de Castro, y estrellas que parecen la estrella de David, pero que es la estrella de Salomón, que tomó el obispo en su escudo, por ser la escuela de la sabiduría del Antiguo Testamento, que nos sirve a los cristianos también como fundamento de nuestra fe. En el centro del patio, cuyo pavimento es de canto rodado, se ubica una fuente.


            La guía de la visita vino a saludarnos, y nos llevó lo primero de todo al museo, que está ubicado en la antigua zona dedicada a la clausura, y alberga, distribuido en tres salas numerosas obras de arte, de los artistas que vivieron en Granada durante los siglos XVI y XVII, tales como incunables y códices, manuscritos árabes con materias de religión, derecho, gramática, historia, etc. , un ejemplar de “Generalidades de la Medicina” de Averroes, colecciones de monedas, así como diversos objetos de culto, tapices y una colección de vestiduras. Destacan los 25 libros Púmbleos y las planchas que sirvieron para la estampación de grabados.

            Los libros Púmbleos están escritos en árabe, pero versan sobre el cristianismo, hablan del martirio de San Cecilio en el siglo I, obispo mártir que se convertiría en el patrón de Granada. Los libros Púmbleos fueron sospechosos para la Iglesia, por estar escritos por moriscos, musulmanes que se convirtieron al cristianismo, y por esto fueron llevados al Vaticano en 1642, y allí han estado, hasta que han sido devueltos a Granada en el año 2000.


            Los libros Púmbleos son unas planchas de plomo grabadas, de ahí su nombre, Púmbleos, de plomo.

            El nombre de Sacromonte viene desde el año 1595, en que se hallaron en el monte Valparaiso las reliquias de los discípulos del Apóstol Santiago, así como los libros Púmbleos, además de un horno y unas cenizas. La repercusión que tuvo este hallazgo fue enorme. El lugar se convirtió en centro de peregrinación, y la gente dio en llamarlo Sagrado Monte, de ahí que derivó el nombre de Sacromonte.
            El complejo sacromontino consta de las Santas Cuevas, la Abadía, el colegio viejo de San Dionisio y el colegio nuevo.

            Entre 1595 y 1597 se acometieron las primeras obras de desenterramiento de las mismas, para posteriormente reforzar y valorar aquellas en donde se tenía constancia de que había sido lugar de martirio. A comienzos del siglo XVII se construyó la Abadía por el entonces arzobispo de Granada Pedro de Castro Cabeza de Vaca y Quiñones. Se tuvo como referente el Escorial, y no llegó a verse terminada porque a la muerte del arzobispo la financiación se vio recortada.


            Pero volviendo a la visita al museo, hay que destacar que entre las pinturas que alberga, destaca un cuadro flamenco de Gerard David “La Virgen de la Rosa” , un cuadro de la “Sagrada Familia”, y entre otros retratos, el del Papa León XIII. De entre las obras escultóricas destaca un calvario de Alonso Cano, y la Inmaculada, obra atribuida a Pedro de Raxis.

            La Abadía ha sido un centro cultural muy importante. Fue universidad privada, y en ella se podía estudiar derecho, filosofía y teología. Numerosos personajes muy importantes cursaron estudios en la Abadía, de ella fue canónigo el padre Manjón, famoso por la obra que realizó en Granada. La universidad pasó a ser colegio de secundaria desde principios del siglo XX, hasta 1975, año en el que se cerró.

            Al haber sido universidad tiene una biblioteca con 20000 volúmenes, destaca no por su número, sino por la calidad de los libros. Los libros eran muy usados por los estudiantes, por lo que muchos de ellos tienen muchas anotaciones.

            Del museo pasamos a la sacristía. Es de planta rectangular. En ella destaca una mesa de cálices con incrustraciones de mármol y piedras preciosas; sus cajoneras y lienzos de temas religiosos que alternan con espejos ovalados. Por la sacristía se sale a la parte izquierda del altar mayor de la iglesia.

            La iglesia está consagrada a la Virgen de la Asunción. La planta del proyecto inicial estaba formada por una sola nave que remataba el crucero. A partir del siglo XVIII se amplió, proyectándose una nave de cruz latina, de tres naves, con capilla mayor, crucero y coro. En su interior la nave central aparece cubierta con bóvedas de cañón, y las laterales con bóvedas de arista.


            El retablo de la capilla mayor se ha atribuido a Blas Moreno. Entre las manifestaciones escultóricas destaca la imagen del Cristo del Consuelo, o de los gitanos, realizado por José Risueño en 1695. Tiene cuatro clavos. Los pies los tiene separados con un clavo en cada pie. La imagen es de madera policromada, y el paño de pureza de tela engomada. Pero esta imagen no es la que procesiona en Semana Santa, sino que hay una réplica que hizo un imaginero granadino hace unos treinta años, para que la talla original no sufra desperfectos al sacarla a la calle. Junto al Cristo hay una talla preciosa de la Virgen, que sí procesiona en Semana Santa.


            De la iglesia pasamos al patio de nuevo para ir a ver las cuevas, en donde se encontraron las reliquias de los mártires cristianos. En las cuevas hay un altar, a cuyos lados se veneran dos figuras de cera traídas de Roma en 1843 con las reliquias de los mártires Víctor y Leoncio. Bajando una escalera situada debajo del altar se pasa a las Santas Cuevas, donde aparecen varias capillas. La capilla de la Dolorosa, la capilla de Piedra. En la parte izquierda de esta capilla hay una gran piedra, que la tradición popular dice que quien la besa, encuentra marido o esposa en un año. Está también la capilla de Santiago, que según la tradición en ella celebró el Apóstol Santiago la primera misa en España, y no en Zaragoza. Su retablo es de finales del siglo XVII.

Otra especie de capillita u horno donde sufriera el martirio San Cecilio tiene un pequeño busto de él, y está protegida por una reja.

            La peculiaridad que tienen las Cuevas, es que a pesar de que son subterráneas tienen cúpulas que salen al exterior, dándoles luz y ventilación.

            Junto a las Cuevas se halla el cementerio de los canónigos.  La peculiaridad que tiene la Abadía es que en ella no ha habido monjes, sino canónigos independientes, que han obedecido al obispo como superior inmediato de ellos, pero han tenido una relación muy especial. La Abadía ha tenido sus propios seminaristas en otros tiempos, y no ha dejado nunca de ser parroquia. En ella se celebran misas para los habitantes del barrio y otros actos litúrgicos como bodas.

            La Abadía está catalogada como bien de interés cultural, y es una hermosa construcción que remata los montes de un espacio tan hermoso como en el que está enclavada. Desde ella se divisa la ciudad de Granada, y está entre bosques muy hermosos, en los que se respira el aire muy limpio
 que ensancha los pulmones y el espíritu, contemplar tanta belleza.

            Bajamos de la Abadía andando, y fue un alegre paseo. Estábamos muy contentos de la visita, y para recompensarnos del esfuerzo de bajar andando nos fuimos a una cafetería a tomar unos refrescos. Fue una tarde muy instructiva y de mucho compañerismo y amistad. Gracias SAPAME por los buenos momentos que nos proporcionas.

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