El sábado pasado fuimos de excursión a Málaga. El viaje en autobús fue de lo más divertido porque algunos compañeros se encargaron de poner música y dar vida al trayecto. Al llegar a la ciudad desayunamos unas tostadas para entrar al Museo Picasso con las pilas recargadas. Disfrutamos del arte durante una hora, después nos dividimos en dos grupos: uno que iba a la playa y otro que visitaba la ciudad.
El resto del día fue de lo más divertido: nos bañamos en el mar, comimos en un bar, tomamos sol, charlamos...
¡El agua estaba fresquita pero después de un rato nadie quería salir!
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