Llegamos a las 10.45h, para así poder aprovechar mejor el día que se nos presentaba por delante. Tras dejar los coches en el "Cerro del Toro", nos dimos un paseo de 1,5 km hasta adentrarnos en las tripas del Centro Geominero. Este Centro Geominero del Cerro del Toro, se concibió para emocionar y educar y así nos pudimos adentrar en uno de los conjuntos geológicos más importantes de la región minera que encuelve a Motril.
- La geología y la industria minera.
- La comunicación y la emoción del mundo de la minería.
- La educación sobre geología e historia de la zona.
El recorrido de esta aventurita minera vivida el sábado transcurrió por un sinuoso sendero que nos sorprendió con distintos espacios multimedia. Fue un recorrido bastante interactivo en el que todos nos fuimos con las ideas más claras acerca de lo qué es una Mina viva, de cómo se trabaja la piedra, cómo hacerlo en la oscuridad; qué es la Blenda y el Zinc... o cómo ponerse el casco de minero y aparentar ser uno de ellos, aquí nosotros, ¡lo bordamos!, y si no.... mirad la foto, ella habla por sí sola, desde aquí recordar las risas que nos echamos al vernos a todos nosotros con los cascos en la cabeza....
Tras visitar este Centro nos fuimos a la Playa de Carchuna para comer y disfrutar un poquito de este sol tan ansiado después de un invierno tan duro y lluvioso, si bien hay que decir que ¡no hubo ningún valiente que se atraviera a darse el primer capuchón del año!, pero aunque no nos bañáramos estuvimos muy agusto y disfrutando de los encantos de la playa.
A la tarde, y después de comer, pudimos visitar el Museo del Azúcar de Motril, éste Museo constituye, tanto por su ubicación, como por sus materiales y planteamientos didácticos y multimedia, un conjunto único en su género. En él se muestran dos reproducciones a gran escala de los elementos tecnológicos ligados a la fabricación del azúcar: una prensa de madera montada sobre las estructuras de piedra originarias y la idealización de un molino hidráulico de dos mazas o cilindros horizontales, realizado a partir de las descripciones documentales del que existió en el Ingenio de la Palma según un inventario de 1641.
Tras esta visita, y ya camino de vuelta a Granada, paramos en Vélez de Benaudalla y tuvimos la suerte y el acierto de disfrutar de un entorno precioso, a los pies del río, mientras reponíamos fuerzas y disfrutabamos del sabor de un buen café.
En definitiva, fue un día lleno de emociones, de las buenas y de las que uno se guarda en la memoria; un día precioso en que todos disfrutamos como niños pequeños y en el que no faltaron las risas y el cachondeo.
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