Tras lo
dicho en sesiones anteriores hoy día 1 de abril de 2013 hemos continuado con el
tema del empoderamiento. Hoy ha sido un día difícil en cuanto al
contenido de las propuestas, ya que se ha tomado como punto de partida la
declaración de la OMS sobre el empoderamiento en Europa. El caso es que la OMS
propone que “Dicho proceso (empoderamiento) comienza por la definición
individual de las necesidades y objetivos deseados centrándose en el
desarrollo de las capacidades y recursos que lo apoyen”. Y siempre que se
habla de necesidades y objetivos, es requisito indispensable el rigor, la
sistematización y un proceder para el que estamos, en algún modo, limitados en
nuestro pequeño taller de ayuda mutua. En cualquier caso a nivel colectivo, si
hemos participado, y nos hemos animado los unos a los otros.
Siguiendo
una publicación reciente (Papeles del Psicólogo, 2012. Vol.
33(3), pp.162-171) hemos podido proponer un No rotundo a las
etiquetas que enlentecen y empeoran las circunstancias que hacen posible la
premisa de emancipación del proceso de empoderamiento; aquí va una visión
alternativa:” los comportamientos y problemas de comportamiento […] se engendran como tales en los procesos
transaccionales de influencia recíproca entre biografía y contexto en
los que cumplen una función y tienen un significado. En este proceso
transaccional la biografía personal se hace permeable al poder activador del
contexto y el contexto se hace permeable al poder operante de las acciones de
la biografía personal”. Como el Apotegma de Tomas de Kempis, la costumbre,
con costumbre se quita.
Desde esta
perspectiva está claro que la definición de nuestras necesidades y objetivos deseados
(propuesta de la OMS para el empoderamiento con las que he iniciado este
blog) cambia: ya no es una medicación insalvable y sanadora a lo Fierabrás, un
diagnóstico estigmatizador y cómodo, una pensión salvadora, una anatomía que
falla, un cerebro defectuoso, un expulsar demonios y así curar una tautología.
Se trata de
hacer posibles las transacciones que penetran en la biología y fecundan su
plasticidad (asociaciones, actividades sociales, planificación conjunta del
ocio, consejo psicológico), dando cabida a extravagancias, rarezas y
peculiaridades, si hay lugar, en la sociedad plural a la que contribuimos y
a la que pertenecemos, sin que nadie se sintiese distinto por un
diagnóstico, la familia o una supuesta manera correcta de concebir proyectos
que corrobora en algún caso la deficiencia y no facilita la terapia.
Yo he
resaltado lo difícil de la coyuntura que hace posible el movimiento asociativo,
comprender el por qué de los compañeros más implicados, lo difícil de estar
posicionado en la dignidad a la vez que hay que recuperarla, tener voz, no
dejar que otros decidan por nosotros, comprender que la enfermedad no
existe, pero existen los enfermos, y comprender que como está
ocurriendo en Reino Unido, por ejemplo, (Infocop, número 60, p10) se hable de
los dispositivos tal como sigue: “es un sistema de atención defectuoso y
desmoralizador, incapaz de proporcionar un tratamiento de calidad que
garantice la recuperación de estas personas” sino que incluso “resulta
perjudicial” llegando a “empeorar
su estado de salud física y mental”.
El panorama
no es nada alentador, pero seguimos en la brecha. Gracias a todos y cada uno de
los compañeros, y gracias a los confiados, a los de mente abierta y alta
apertura a la experiencia, a los veteranos y al colectivo en general.
Con cariño
Antonio luque fernández
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