Bueno queridos compañeros y compañeras de Sapame, mis prácticas están llegando a su fin y si os digo la verdad me hallo con sentimientos encontrados. Por un lado, estoy feliz de que esta maravillosa etapa de mi vida toca su fin por lo que otra nueva dará comienzo y eso me llena de ilusión. Pero, por otro lado, me siento triste por alejarme de vosotros, de este lugar que tanto me ha dado.
Este lugar en el que las personas son lo más importante. Allí no hay cabida para las historias sociales, los informes sociales, las citas a cierta hora que tan necesarias son para otro tipo de trabajo social. En Sapame, lo que primero urge son las necesidades que percibimos o manifiestan los usuarios y es lo que se atiende sin recurrir a la burocracia.
Las personas que forman parte de esta entidad encuentran en ella un sitio donde sentirse apoyados, comprendidos, respaldados y aceptados tal y como son sin encontrar barreras o discriminaciones.
Yo estoy satisfecha con el trabajo realizado porque aunque sé que no habré cambiado vuestras vidas todo lo que a mí me hubiese gustado, sé que he hecho todo lo posible por mejorarlas, espero haber significado un gran apoyo y me quiero ir pensando que contáis conmigo para todo lo necesario.
Sapame también ofrece apoyo y comprensión a las personas que padecen enfermedad mental. Los que no padecen enfermedad alguna o no sufren de ninguna desventaja social, por lo general no acuden a este tipo de grupos, y quiero decir que es una pena ya que todo el mundo necesita de un espacio en el que se sientaaceptado, no juzgado y dónde sepa que las personas lo escuchan cuando sienta la necesidad de llevar sentimientos o emociones hacia fuera. Aquí no importa quién seas, cuáles sean tus cualidades o circunstancias personales. Lo que sí importa es que puedes hacer por el grupo y que puede hacer el grupo por ti. Todo el mundo encuentra en la Asociación su espacio para la recuperación.
En cuanto a mí misma, cuando pensaba en las prácticas lo tenía todo muy idealizado, es la época que todos deseamos cuando realizamos la formación académica, y aunque se mezclan sentimientos de miedo e inseguridad con la ilusión y las ganas de aprender cosas nuevas, estás deseando que “lleguen las santas prácticas”. En un principio crees que sales de la Facultad sin conocimientos y piensas que no vas a saber hacer nada, esto claro, hasta que te enfrentas a la realidad y te das cuenta realmente de lo mucho que aprendiste en esas largas clases que tanto te aburrían. Pues bien, las prácticas que he realizado han superado con creces mis expectativas. Me siento muy afortunada de la entidad que me han asignado y no hubiese estado mejor y más cómoda en otro lugar.
He salido de las clases teóricas, de las clases magistrales, dónde solo me relacionaba con mis amigos o con aquellos con los que creía más afines a mí, para adentrarme en el campo práctico donde he experimentado y relacionado con todas las personas que me he ido encontrando, he aprendido de todos y me he dado cuenta de la importancia de la teoría previa.
El primer año de clase, en una clase que no me acuerdo que cual era, una profesora nos dijo que escribiésemos en un papel porque habíamos escogido esa titulación de Trabajo Social. Yo escribí que porque quería cambiar el mundo y que esperaba encontrar en esta carrera la forma de hacerlo porque no
sabía por dónde empezar.
Hoy sigo queriendo hacer de este mundo un sitio más justo y mejor dónde vivir y ya sé cómo voy a hacerlo: pondré alma, corazón, coraje y pasión a todo lo que haga, intentaré mejorar las vidas de las personas que pasen por la mía, seguiré mi instinto, no me adelantaré y no dejaré que la oportunidad pase de largo, no seré paternalista, seré entusiasta, jugaré con los recursos de la estrategia para alcanzar mis objetivos, aprenderé de mis errores, no dejaré que el miedo me frene, seguiré insistiendo, no etiquetaré, tendré fe y esperanza…y si cuando acabe, el mundo no ha cambiado me alegraré por las vidas que haya mejorado.
Me siento profundamente agradecida a todas las personas que se han cruzado en mi camino y que me han inspirado, conmovido e iluminado con su presencia.
También quisiera expresar mi reconocimiento y mi gratitud a las siguientes personas por su extraordinario apoyo y sus contribuciones en mi aprendizaje:
Por compartir su sabiduría, amor y acogerme en sus corazones a José Manuel Arévalo, María Salazar, Cristina Cuellar y Óscar Romero. Y, por supuesto, a las extraordinarias personas que forman parte de Sapame y que me han acompañado es esta etapa tan especial de mi vida, que no pongo sus nombres porque no quiero que se me olvide ninguna. Tendría que poner 270 nombres y sé que no es necesario porque vosotros sabéis que me llevo un poco de cada uno en mi corazón.
Ada.
Qué texto tan bonito
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